24 Sep La Nogalera Movimiento Moderno en Torremolinos
Su mayor problema surge de la propia virtud inherente al movimiento moderno el optimismo. El movimiento moderno es un movimiento optimista abierto a la ciudad con «nuevos» y arriesgados ejercicios urbanos. Se centra en la mezcla de uso y una amplia consciencia de ciudad, trascendiendo a la propia edificación y sus usos.
Además de cumplir con la función necesaria de manera eficiente, el movimiento moderno, despojado de ornamentos construye arquitecturas sinceras. Con una especial atención a la composición urbana y la relación de esas piezas entre sí. Todo ello configurando un paisaje construido, un nuevo paisaje para una ciudad optimista confiada en las bondades del futuro y de la técnica.
Conjunto La Nogalera
Arquitecto: Antonio Lamela Martínez, 1963
Uno de sus principales exponentes es el tratamiento del espacio público. En Torremolinos tenemos varios buenos ejemplos de ellos. La Nogalera es quizás uno de los ejemplo más notables y significativos. La obra maestra del estudio Lamela construye un plano público privado sobre rasante en primera planta. Este ejercicio permite minimizar la ocupación en planta baja generando una serie de galerías comerciales públicas. Sin duda un buen ejemplo de la mezcla de usos buscada por el Movimiento Moderno. La intención de Lamela era La Nogalera funcionase como una pequeña ciudad gracias a una alta complejidad de usos.
El devenir de esta obra como gran parte de los edificios del Movimiento Moderno en Torremolinos ha sufrido un progreso de degradación notable. Son muchos los factores que dan lugar a ello pero aquí nos centraremos en los que emanan puramente de decisiones arquitectónicas y urbanas.
Podríamos hablar de una especie de muerte por éxito extensible a todo Torremolinos. Y es que, en su momento La Nogalera funcionó a la perfección como espacio residencial y comercial. Los apartamentos situados en las distintas Torres componen una paisaje propio con especial atención a la disposición de estos para maximizar las vistas. Exitoso fue también su apartado comercial y es que las galerías comerciales situadas en La Nogalera albergaron importantes tiendas y marcas de prestigio en su época dorada.
Además de los aspectos socioeconómicos y culturales, en el trágico devenir de este espacio encontramos algunos elementos que formando parte de ese optimismo urbano. Esa «evolución no deseada» ha ido transformando esos espacios antaño deseados en inseguros e incluso insalubres.
Una de las explicaciones es la propia concepción «generosa» del espacio público, esa complejidad de espacios, recovecos, accesos o escaleras, paradójicamente ese repertorio monumental abriga una doble cara pasando de un extremo al otro del tablero cuando el esplendor se desvanece. Y es que toda esa riqueza de espacios se transforman exponencialmente en esquinas inseguras, recovecos insalubres o espacios idóneos para la ocupación desordenada.
En el caso concreto de La Nogalera además hay una componente especialmente importante asociada a la iluminación natural. Una parte vital para el funcionamiento de las galerías de La Nogalera es el sistema de patios que permiten la penetración de la luz natural y en ciertas horas del propio Sol.
El paso del tiempo y el crecimiento desmesurado de la vegetación ha reducido en enorme medida la luz que los patios son capaces de introducir en el espacio público cubierto.
Esa oscuridad real que paradójicamente ha ido construyéndose en paralelo al oscurecimiento del propio funcionamiento del espacio, colabora de manera decisiva en el carácter inseguro que adquiere el espacio especialmente de día.
De hecho, en la noche, se ha conseguido generar un destello luminoso nacido de manos de un movimiento que ha hecho de ese espacio oscuro y olvidado su hogar. Solo el impulso del movimiento y el turismo LGTBI, especialmente el asociado al ocio nocturno, han conseguido salvar parte del espacio, al menos en las horas sin sol. Y efectivamente esa falta de Sol esa falta de luz natural algo tan vital en un destino turístico cómo Torremolinos ha ido transformando en solo nocturnos la mayoría de usos de los locales. Eso mezclado con el abandono total de alguno de ellos y otras deficiencias varias han hecho de las galerías de La Nogalera un espacio inhóspito durante el día que contrasta especialmente con la gran masificación nocturna durante todo el año, pero especialmente en la época estival.
Aunque pueda parecer opuesto a los preceptos de ecología urbana habituales, la reducción del porte de la vegetación ayudaría radicalmente a recuperar la iluminación natural tan necesaria para reactivar el uso diurno del espacio. Algo que por supuesto debe ir acompañado del resto de operaciones de mejora.
Operación que se antoja difícil puesto que esa misma vegetación ha convertido en un oasis espectacular la planta pública privada. La primera planta situada sobre las galerías dónde se encuentran los jardines y las piscinas de la urbanización, evidencian dos realidades antagónicas a solo una planta de distancia. Y es que permitiéndonos la radicalidad de la expresión podríamos hablar de la existencia de un cielo, el de arriba y de un infierno el de abajo, ambos en la propia Nogalera.
MÁS ALLÁ DE LA NOGALERA, OTROS EJEMPLOS DESTACABLES DE ARQUITECTURA DEL MOVIMIENTO MODERNO EN TORREMOLINOS
Hotel Pez Espada
Arquitecto: Juan Jaüregui Briales, 1959-1960
Se trata del primer hotel de lujo que se construye en la Costa del Sol. Carente de referencias, el edificio apuesta por el nuevo estilo internacional directamente aplicable a las también nuevas necesidades de ocios y vacaciones, que aparecen tanto aquí como en Málaga. De esta forma este edificio se convirtió en un prototipo, un espejo en el que buscar posteriores referencias.
Una planta resuelta con destreza que asume sus condicionantes tanto de funcionalidad como de representación, se conjuga con una elegante envoltura. Al edificio, enclavado en una topografía plana, se accede por el norte a través de una amplia marquesina de hormigón a la manera de los grandes hoteles americanos desde aquí el gran hall de entrada distribuye a la izquierda recepción, a la derecha zona de tienda y hacia el frente los salones. Junto a la entrada y fácilmente identificable desde el exterior aparece la caja de la escalera. Proyectada fuera de la planta con forma cilíndrica este elemento claro y rotundo constituirá el punto de referencia de este emblemático edificio. Al fondo tras recorrer las amplias zonas de estancia que comunican directamente con los jardines y la piscina una majestuosa escalera nos conduce a la zona de bar comedores y salida a la playa.
La imagen del hotel es fácilmente reconocible, se trata de un volumen único compacto donde sobresale la torre nervada que preside su alzado. La clara estructuración formal de las fachadas con las habitaciones enmarcadas verticalmente se dota de distintas cualidades, dependiendo de la posición del Sol en cada momento del día. Junto a la fachada suroeste una piscina de líneas curvas completa el conjunto. Destacable son los innumerables detalles del diseño interior del proyecto original que van desde las sinuosidades del trazado del pavimento hasta el cuidado en los picaportes y carpintería, pasando por las extravagantes columnas de sección troncocónica que sujetan el falso techo que recorre las zonas nobles. Tras sucesivas renovaciones el interior ha perdido parte de esa puesta en escena original.
Hotel Tres Calaberas
Arquitecto: Antonio Lamela Martínez, 1962
Se trata de una edificación hotelera de 5 estrellas que se asienta sobre el borde de la entonces carretera nacional 340 hoy avenida Carlota Alessandri. Nacido con una serie de condicionantes de partida muy adversos tales como lejanía de la playa, proximidad a una carretera de muy denso tráfico, respecto a la que se encuentra hundida e imposibilidad de construir un aparcamiento en sótano debido a las malas condiciones del terreno.
La brillante solución proyectual hace de la necesidad virtud y lo convierte en un edificio singular. La primera fase la constituye un bloque que se sitúa de forma perpendicular a la carretera, con una planta en espina de pez que facilita tanto el deseado aislamiento, desde la ruidosa carretera, como las vistas la ventilación y la privacidad. En la segunda fase un nuevo bloque esta vez paralelo a la carretera busca las vistas del jardín, el sol de mañana y mediodía. Debido a la diferencia de cota con respecto a la N-340 el acceso se realiza por la segunda planta en la que se sitúan también la recepción los salones y la zona comercial.
Bajo la planta de habitaciones se construyó una planta técnica que resolvía el tema de las complejas instalaciones de un edificio de esas características, aspecto muy novedoso en su época, una solución que luego se utilizará también en el conjunto La Nogalera. Cuidados interiores especialmente la zona noble y una delicada jardinería, realizada también por el estudio Lamela, completan la actuación.
Conjunto Playamar
Arquitecto: Antonio Lamela Martínez, 1963
Sobre una parcela de 54.000 metros cuadrados de superficie con una ligera pendiente hacia el mar se alza esta ambiciosa actuación que consta de 21 edificios de 15 plantas cada uno. Una gran avenida perpendicular al mar conecta entre sí y con las amplias zonas comunes los distintos bloques de apartamentos al tiempo que otra vía perimetral da acceso a la zona de aparcamientos en superficie.
Curiosamente la entrada a la actuación se realiza por la parte opuesta a la playa ya que entonces todavía no se había construido el paseo marítimo. El proyecto ha respetado al máximo la premisa de que cada apartamento gozara de buena vista al mar y unas condiciones óptimas de ventilación y soleamiento.
Los bloques elegantes y esbeltos son realzados por las blancas franjas horizontales de las terrazas que atemperan la gran altura de aquellos. Cada planta resuelta como tres paralelepípedos de planta cuadrada maclados, alberga tres apartamentos cada uno de ellos dotado de estar, comedor, baño, cocina y dormitorio así como una gran terraza concebida como una zona de estancia al exterior para poder tomar el sol y hacer vida en ella.
Los edificios con estructura de pórticos planos de hormigón armado se conectan al terreno mediante pantallas vistas también de hormigón armado. La planta baja queda diáfana ocupada únicamente por los núcleos de acceso, lo que facilita la permeabilidad del conjunto a nivel del jardín, elemento que se cuidó especialmente. El conjunto se completa con piscina, campo de tenis, club, restaurante y un pequeño centro comercial.
A pesar de haber obtenido la placa de oro al mérito turístico en 1969 el conjunto fue muy polémico en su época debido a su gran altura. En la actualidad junco con la Nogalera es un imprescindible en la comprensión del fenómeno turístico en Torremolinos y por extensión en toda la Costa del Sol.
Apartamentos Eurosol
Arquitecto: Rafael de la Hoz Arderius, 1963
Este es un conjunto de gran envergadura debido tanto a la gran extensión sobre la que se asienta como al elevado número de apartamentos construidos. El solar es una amplia franja de terreno situada entre la antigua N-340 y la avenida de acceso a las edificaciones de primera línea de playa. Tiene una pendiente considerable en la dirección norte-sur se desarrolla en dos plataformas aproximadamente paralelas unidas por un declive ajardinado.
El conjunto edificatorio está formado por dos tipos de bloques que responden a su vez a muy distintas situaciones. Los primeros más altos, se colocan sobre la plataforma superior a partir de la nacional 340 pero de manera oblicua a dicho eje viario, en una operación audaz e inteligente que intenta evitar los inconvenientes de dicha cercanía sin renunciar a sus ventajas. Así, estilizados edificios de 7 plantas asentados sobre grandes pantallas de hormigón en las que se apoyan los forjado en voladizo, miran en escorzo hacia la playa lo que posibilita que todos los apartamentos cuenten con buenas vistas y un soleamiento adecuado.
La segunda intervención, situada entre los bloques anteriores y la primera línea de playa, aprovecha su emplazamiento más tranquilo. Para ensimismarse formando pequeños conjuntos de bloques lineales de 4 plantas, abiertos mediante grandes terrazas corridas a los jardines interiores que se sitúan paralelamente a la playa. Destaca asimismo la alta calidad de materiales y acabados en el diseño interior original.
Conjunto Los Manantiales (Las Torres)
Arquitecto: Luis Alfonso Pagán López, 1971
Sobre un basamento de planta romboidal formado por dos placas superpuestas que forman las plantas baja y primera se yerguen tres esbeltas torres destinadas a apartamentos. Estos tres volúmenes se distribuyen sobre el perímetro del solar buscando la máxima independencia de una respecto a las otras.
Cada torre alberga 5 viviendas por planta y siendo en total 80 unidades por torre. La planta general se ha solucionado de forma radial desde dentro hacia fuera dividiéndola en seis sectores, cinco de ellos ocupados por los apartamentos y un sexto situado más al norte destinado a albergar las comunicaciones verticales. Estos elementos se han proyectado como estilizados tubos de hormigón visto que arrancan en planta baja y terminan en la planta de cubierta destinada a solárium y mirador.
La escalera abierta se sitúa al exterior. Estructuralmente cada torre se resuelve mediante un doble sistema, una serie de pilares destinados únicamente a soportar los esfuerzos gravitatorios y otros situados perimétricamente destinados a contrarrestar los esfuerzos especiales de viento y sismo, proyectados como pantalla circulares. Todos estos elementos verticales quedan arriostrados horizontalmente por las placas de hormigón armado en las dos direcciones que constituyen los forjados del edificio.
El volumen de cada torre está definido por una serie de elementos de desarrollo vertical los tubos de servicios alrededor de los cuales aparecen maclados las células de vivienda. Los materiales elegidos, fundamentales en la expresión formal de esta obra, son el hormigón visto para los elementos estructurales, fachadas y terminación de zonas interiores, ladrillo para muros y madera para cerramientos exteriores, asimismo la cerrajería acompaña al edificio en su movimiento.
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