16 Feb Arquitectura emocional 1959
En la 37 edición de los Premios Goya celebrada en Sevilla el corto Arquitectura emocional 1959 ganó el premio al mejor cortometraje de ficción. Una buena excusa para hablar de la emoción que une tan íntimamente cine y arquitectura.
El corto es cine
Pero antes empezaremos por unirnos a ese alegato presente en toda la gala bajo el lema «El corto es cine», una acción en defensa del cortometraje donde la Asociación de la Industria del Cortometraje (AIC), la Plataforma de Nuevos Realizadores (PNR) y la Coordinadora de cortometraje Español se aliaron. Y es que a pesar de la célebre frase de Baltasar Gracián «Lo bueno, si breve, dos veces bueno« para el cine español «lo corto» no parece ser suficientemente bueno.
Y es que los cortometrajes patrios juegan con una gran desventaja frente a otras países vecinos comparándolos con sus hermanos mayores, falta de financiación pública, desinterés por parte de las plataformas y las televisiones y una nula presencia en salas de cine hacen que producir un corto de calidad sea una odisea reservada sólo para valientes. A esta falta de financiación se le une su nula difusión y la falta de reconocimiento relegando el corto a un segundo plano casi anecdótico. Algo paradójico en una sociedad acostumbrada a consumir «lo rápido» o «lo corto» de hecho muchos capítulos de series, que viven desde hace tiempo un gran resurgimiento, entran en esa duración, por debajo de los 30 minutos. Y es que en un cortometraje se pueden condensar potentes mensajes e historias que se amplifican, pues «Lo bueno, si es corto, es dos veces bueno».
Buen ejemplo de ello es el reconocimiento internacional del que gozan muchos cortometrajes españoles. Entre los hitos más destacables de los últimos años, destacan los nueve cortometrajes españoles nominados a los Premios Oscar, como El limpiaparabrisas de Alberto Mielgo, que consiguió alzarse el año pasado con el Oscar al Mejor Cortometraje de Animación; o la Palma de Oro en Cannes al mejor cortometraje ganada por Timecode de Juanjo Giménez Peña.
Arquitectura emocional 1959
Es un cortometraje de 29 minutos de duración apoyado por Movistar+ (un ejemplo de la importancia de la implicación de las plataformas). El arquitecto Secundino Zuazo es el protagonista ‘real’ de arquitectura emocional 1959. Su arquitectura muestra la evolución de una ciudad y de una sociedad a lo largo de varias décadas. En palabras del guionista y director del corto Elías León Siminiani: “El corto pretende ser un grano de arena en la divulgación del patrimonio, en la conciencia respecto al impacto emocional de la arquitectura”.
Secundino Zuazo
Bilbaíno de nacimiento, Zuazo termina la carrera de Arquitectura en Madrid en 1912, donde fijará su residencia. Su sólida formación como urbanista le permitió proyectar sus obras en sintonía con la fisonomía de la ciudad donde las realizaba, es decir, entendiendo la arquitectura como una forma de hacer ciudad. Esto tendrá una gran importancia en el desarrollo de Arquitectura emocional, pues Madrid y la arquitectura de Zuazo son telón de fondo protagonista de la historia.
Zuazo fue el hacedor de la modernización experimentada por la ciudad de Madrid en los años 30, durante la Segunda República, algo que marcaría su futuro profesional y personal. De los años de la República, son el estudio para la prolongación del Paseo de la Castellana, un proyecto de bloques de viviendas en la calle Goya (conectando así con el premio ganado por el corto), otro para el viaducto de la calle Bailén junto a Eduardo Torroja, con quien también desarrolló el archiconocido Frontón de Recoletos y el complejo de Nuevos Ministerios. Especial mención requiere la Casa de las Flores un hito en la historia de la arquitectura española. En ella se introducen audaces criterios urbanísticos, de patios abiertos empleando un lenguaje racionalista adaptado a la tradición de la arquitectura española. Con especial atención al clima de la Península. De 1931 es el edificio Fénix de la Plaza de la Independencia, también suyo, y solo unos años antes, en 1926, proyectó el Palacio de la Música.
Zuazo fue un estudioso del alcance del clasicismo en la arquitectura española incorporando las nuevas tendencias racionalistas. Un papel que podría haber sido similar al que desempeñó Asplund en los países escandinavos, de no haberse truncarse por la guerra y sus consecuencias. Tuvo un especial interés por El Escorial evidenciado en su trayectoria y proyectos, especialmente el de Nuevos Ministerios con importantes influencias Herrerianas. Este complejo gubernamental pretendía ampliar la ciudad por el norte para que pudiera respirar. Un proyecto articulado entorno a un gran espacio central diáfano con plazas, fuentes y estanques, alrededor del cual se disponen los diferentes ministerios y una gran arquería en el lado del Paseo de la Castellana.
Debido al estallido de la Guerra Civil, Zuazo no llegó a terminar el proyecto, el cual sufrió algún cambio, como la desaparición de un visionario rascacielos previsto para el lado norte, y la sustitución del ladrillo por el granito. Con la victoria del ejército sublevado, Zuazo tuvo que exiliarse. Pudo volver en los años 40 y siguió trabajando como arquitecto, pero su talento quedó en un segundo plano debido a sus ideas políticas.
Sinopsis y tráiler de Arquitectura emocional 1959
Madrid, octubre de 1959 comienzo del curso universitario. Sebas 18 años, Andrea 19, ambos comparten estudios de Filosofía y Letras, acaban de conocerse y surge el flechazo.
Ambos son de niveles socioeconómicos opuestos. Andrea vive en un inmueble para propietarios de renta alta junto al parque del Retiro, en cambio, Sebas vive en una vivienda social más allá de Plaza Castilla, donde la ciudad se diluye y empieza el descampado.
Estación a estación asistimos al desarrollo de su relación durante el curso académico 58-59. Las diferencias de clase, el carácter y la radical politización de un grupo de estudiantes de la Facultad, entre los que se encuentra Andrea, profundizan sus diferencias hasta precipitar la ruptura antes del verano. Sin embargo, algo más grande que ellos parece intervenir para reescribir el destino de su relación. Algo que podría tener que ver con la Arquitectura.
Aquí puedes ver el tráiler del corto que de momento se puede visionar completo sólo en Movistar+.
El cartel
El cartel que ilustra el cortometraje es ya toda una declaración de intenciones. Un plano del Madrid de la época dibujado muy al estilo de las planimetrías de aquellos años, como realizada por el propio Secundino Zuazo. En él se marcan en rojo los trayectos y las espacios claves para la relación, que van de la ‘A’ a la ‘I’. Caminan tensos. Alargan la despedida. Un primer beso público. Un caminar derrotado. Un caminar anhelante. El banco de Andrea. El cine Paz. El banco de Sebas y la cafetería con televisor (un lujo para la época). Todo un itinerario urbano y arquitectónico que lo es también de una relación. Una relación marcada y en parte, salvada por esos lugares, por su Arquitectura y por la propia ciudad.
Arquitectura emocional de una relación, de una ciudad y de todo un país
Arquitectura emocional 1959 es un cortometraje único por sus decisiones formales. Más allá de la historia de amor que nos cuenta, una historia arquetípica de atracción amorosa de polos aparentemente opuestos. El conjunto brilla con fuerza gracias a la forma elegida por León Siminiani para llevar su propio guion a la gran pantalla.
Las decisiones formales son un auténtico placer visual. Siminiani decide dar un protagonismo crucial a una serie de espacios y elementos arquitectónicos que vamos habitando y que sirven de contrapunto a la historia de amor. Siendo elementos con una gran carga emocional y simbólica para la relación entre Andrea y Sebas.
Elementos que, además, Arquitectura emocional 1959 consigue convertir en una pequeña historia reciente de España. Con la aparición de toda una serie de imágenes de archivo de la dictadura franquista. A las que el director da voz propia gracias a su gran precisión, para ello utiliza una constante y juguetona voz en off que habla por los personajes.
Asimismo, la puesta en escena crea una especie de espacio extemporánea, por el que Andrea y Sebastián pasean con sus vestimentas de los cincuenta, en medio de todas las modernidades de hoy en día. En un perfecto ejemplo de esa pulsión entre modernidad y clasicismo que vertebra los edificios del arquitecto Secundino Zuazo.
En resumen
Arquitectura emocional 1959 es una delicia arquitectónica y cinematográfica. Una historia de amor única, ya que León Siminiani decide contarla a través de los espacios arquitectónicos que los acogen, los unen y los separan. Es un relato que funciona también como una pequeña historia de la España franquista.
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